Por Abayubá, ex corresponsal de La Tribu en Islas Maldivas.
En Paysandú el Estado vendió una plaza a privados y causó sorpresa en la opinión pública. El hecho rápidamente se hizo viral debido a la aparente irracionalidad de enajenar un bien público de recreación barrial, además del dudoso procedimiento en que se realizó la transacción de venta a privados.
El espacio público pertenecía a la Agencia Nacional de Vivienda (ANV), y era gestionado por la Intendencia como plaza, con juegos infantiles, estación saludable, mesas y bancos que oficiaban como punto de encuentro y esparcimiento barrial. Es decir, un espacio generador de ciudadanía y convivencia.
Una vez que se constató el malestar de vecinos y vecinas el Estado, a través de la Intendencia y la ANV, planteó una serie de propuestas y alternativas para que la gente de esa populosa barriada de la zona Este de la ciudad tenga plaza:
1) Venderles colchones, así todos podrán tener 1 o 2 plazas. Aquellos que tengan dificultades económicas se les proporcionará contactos de ciudadanos colombianos que ofrecen créditos. En el caso de no pagar en fecha el Estado no se hace responsable de la pérdida de la plaza o dos plazas del colchón.
2) Por una módica suma se les ofrece hacerse socios de Plaza Colonia F.C. Sí, queda lejos, pero todos serán de Plaza.
3) El Estado responsabiliza a Sendic. Porque la plaza sanducera se llamaba Sendic y justamente todo el inicio del lío con Sendic fue por la compra de un colchón de una plaza.
4) Hablar con la CONMEBOL, para ver si una de las plazas mundialistas que le toca a sudamérica puede ir para los vecinos y vecinas de la zona Este de Paysandú.
5) Tentar a alguna productora de cine para hacer la película «La Defensa». Los vecinos tendrían que sitiar la plaza vendida a privados, y cuando la justicia venga a desalojar uno disfrazado de Leandro Gómez grita: ¡Cuando sucumba!». Y ahí se arma el tole tole, no precisamente contra las tropas imperialistas ni las floristas, sino contra la Republicana. Lo bueno que no habrá fusilamientos, pero al que le toque hacer de Leandro Gómez le van a untar el lomo a piñazos los de la Republicana. Después el intendente les entregará una medalla a todos los defensores y los declarará ciudadanos ilustres. Eso sí, de recuperar la plaza ni miras, pero será entretenido.
El escándalo del clan Caram en Artigas pegó fuerte a los Blancos en lo Nacional. En lo Nacional a excepción de Artigas, es decir en el epicentro del escándalo, donde el clan Caram tiene cautivo el apoyo electoral suceda lo que suceda. Hablando en criollo: en lo departamental a la mayoría de la gente de Artigas le chupa un huevo las maniobras fraudulentas del clan Caram, es un tema cultural; es en lo Nacional que estos hechos van horadando la imagen del PN como líder de la coalición multicolor.
El grueso de la gente artiguense no percibe este hecho como un robo a las arcas del Estado, porque está naturalizado el manejo de los fondos públicos de forma feudal, caudillesco, que se toma como si el líder político entrega algo cual si ese dinero o bien sea suyo. Y si desde la soberbia capitalina, como subido en pedestal ético y moral, se cree que esa gente va a cambiar a través de la burla, satirización y agresión, lo único que logran es hacer aferrar aún más a esa gente a sus “líderes” políticos. Suele ser un error muy común creerse chistoso sintiéndose moralmente e intelectualmente superior y hablar desde un pedestal tipo Dios del Olimpo, lo complejo es que ese pedestal de piedra tiene musgo y es resbaloso, y las caídas desde allá arriba genera duros golpes.
En el diario Crónicas en 1998 fue publicada una interesante nota al extinto diputado artiguense Alma Dos Santos (tío de la ahora ex diputada Valentina Dos Santos, la principal acusada de repartir los 8 millones de dólares en horas extras). Alma Dos Santos fue abogado de contrabandistas y asesinos. Hacía “caridad” también atendiendo “gratis” a gente que no tenía para pagar honorarios, pero a su vez reconocía que tenía clientes con los cuales ganó juicios de más de un millón de dólares. Ayudaba a los pobres con dineros públicos. Tenía grandes propiedades de campo, y sin vueltas reconocía que su padre (el abuelo de Valentina Dos Santos) era dueño de más de la mitad de Artigas. Andaba siempre armado con una pistola Magnum, y le confesaba al periodista que en la frontera la vida vale muy poco: “Si yo fuese delincuente y quisiera hacerlo desaparecer a usted, con cinco mil dólares lo hago flotar; capaz por menos también, pero por cinco consigo un trabajo fino”, decía Alma Dos Santos en la entrevista.
Alma Dos Santos apoyaba a Lacalle, hasta que se peleó y de bronca apoyó a Volonté, y en el estrado en aquel discurso épico insultó a Lacalle y gritó la frase histórica que recorrió el mundo: “¡No tiren bombas!”
¿Y por qué se podía dar el lujo de apoyar a uno u otro candidato Blanco? Porque los votos eran del clan de las familias Dos Santos y Caram, familias feudales que hasta el día de hoy siguen manejando el poder político a su antojo. Por eso mismo los candidatos Blancos los apoyan públicamente aún a sabiendas puedan quedar quemados, porque ahí hay caudal electoral de votos cautivos seguros, que si el “patrón” mañana dice se vota otra cosa, se vota otra cosa.
Antes de los dos períodos de Caram hubo un curioso corte electoral hicieron los artiguenses, pero duró poco. Corte de racha del clan que ilusionó a algunos, empero pareció una cuestión de gustos que a lo lejos no es sencillo comprender: como si Caram fuese una cerveza Pilsen, peor que la Patricia, pero siguieron con Pilsen.
Y volvemos a Paysandú con la flamante noticia de que UTE multó a la Intendencia porque estaba “colgada” de los cables del ente en el Estadio 8 de junio. Cabe aquella frase de Olmedo: “Éramos tan pobres…” Del Paysandú de pie prometieron al Paysandú colgado de cables.
Acá hay un hilo conductor con lo de Artigas, en lo departamental no se sabe bien hasta dónde llega a entrar en los sanduceros este tema. Son cosas fuertes: te venden una plaza pública, se cuelgan a los cables de luz, y una larga fila de hechos más. No obstante no se vislumbran reacciones más enérgicas en el grueso de la población, reina la calma chicha. Pero se suma a los hechos están golpeando en lo nacional a la fórmula Delgado-Ripoll. Arrancaron la campaña electoral cual boxeador contra las cuerdas acusando golpes de corrupción uno tras otro sin poder reaccionar.
En lo departamental reina la misma tranquilidad ante hechos legales y éticos dudosos o reprobables existía en la administración Bentos. Bueno, es más o menos la misma barra. Siempre deslindando responsabilidades, victimizándose, hablando de traición a la confianza, etc. Al igual que antes todo ello sin nunca reparar en el daño a la imagen institucional. Tal vez la pregunta sea: ¿Cuánto le interesa al sanducero la imagen institucional? Puede parecer una pregunta que a simple vista no toca aristas de interés inmediato del ciudadano. Pero la imagen institucional es un pilar básico para atraer emprendimientos serios que generen fuentes de trabajo. Emprendimientos reales y palpables, no cortinas de humo con promesas a futuro que no ofrecen garantías de concreciones.
Es un tema al que el sistema político local debería poner luz… pero sin colgarse de UTE.