Escribe Eduardo Rodríguez
El departamento de Paysandú sigue ocupando el primer lugar a nivel nacional en el penoso ranking de la desocupación. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el trimestre móvil febrero-marzo-abril el 14,1% de la Población Económicamente Activa (PEA) del departamento estaba desocupado. La cifra implica un considerable incremento respecto al indicador del trimestre anterior que se situó en 12,9% y viene a confirmar una situación que se sostiene en el tiempo y que según algunas opiniones técnicas se debe considerar como estructural. En números concretos, casi 9.000 vecinos están desempleados. Integrados a quienes trabajan en condiciones de informalidad y están subempleados, son casi 25.000 los sanduceros que sufren problemas referidos al trabajo.
Según una encuesta publicada por Ágora Consultores en abril de este año, la inseguridad, el desempleo y los temas de la economía en general son los asuntos que más preocupan a los habitantes de Paysandú.
Nadie podría dudar sobre cuál es la mayor preocupación de la comunidad.
De la misma manera que no podría existir dudas respecto a la ausencia del tema del trabajo en el relato que intenta construir el gobierno departamental y que propaga con cierta eficacia a través de varios medios locales. Es claro, hablar del problema implicaría reconocer lo que no se ha logrado, aquello que está en el debe, lo incumplido. Entonces se apela al recurso de evitar lo que resulta molesto o genera tensión creyendo que la negación implica inexistencia. Es algo así como un pensamiento mágico que se construye a partir de una premisa que se podría simplificar en la idea de ‘si lo niego y no existe para mí, no existe para nadie’.
Pero la realidad parece más porfiada, menos apegada a la estrategia.
Alguien podría considerar como un tanto desmedido que las responsabilidades en materia de empleo se carguen contra el gobierno departamental. Se dirá que su capacidad de incidencia en el asunto es muy relativa y que, en todo caso, habría que conformarse con que la Intendencia se dedique a mantener calles, alumbrado y recolección de residuos. Sin embargo, parecería poco probable que el gobierno local pueda desentenderse de manera indefinida de la principal preocupación de su gente. Pero además, en este caso puntual, quien ocupa el cargo de intendente basó su campaña para llegar a la esquina de Zorrilla de San Martín y Sarandí hablando del trabajo un día sí y otro también, colocando al tema del empleo en un lugar central, denunciando y asumiendo compromisos con el tema. Por lo tanto, ahora sólo tenemos que releer sus palabras y advertir el enorme trecho que separa la dura realidad de las expectativas generadas.
A lo largo de 2015 Paysandú tuvo en promedio unos 3.000 desocupados, durante algunos meses marcó la tasa de desempleo más baja del país. Cuando promediaba ese año el entonces diputado Olivera reclamaba la declaración de “emergencia laboral” para el departamento. En 2017, con un índice de desempleo que giro en torno al 6%, volvió al tema. “A nivel departamental, al menos en este territorio, que es el que represento, la situación que se atraviesa a nivel laboral es mala y va camino a ser peor. Se hace imprescindible tomar medidas urgentes, y en este camino no lo veo a quien debería encabezar el movimiento, que es el intendente departamental”, sostuvo en entrevista con el diario El Telégrafo. En 2018 realizó una intervención en Cámara pidiendo al gobierno que dejara de lado la “soberbia” y la “indiferencia” para atender los problemas de los trabajadores del Uruguay en general y, en particular, a los de este departamento. La lista de citas sobre declaraciones del referido tenor podría ser muy larga, así que sólo quedan por aquí algunas esclarecedoras referencias.
En el discurso de asunción del gobierno departamental, el 26 de noviembre de 2020, refrendó los dichos de campaña al sentenciar: “Dijimos que nuestra prioridad es el empleo, si bien es una responsabilidad compartida con el gobierno nacional, desde nuestro lugar haremos todo, todo, para que Paysandú se transforme en tierra de oportunidades para muchos”. Dijo que a las certezas que genera el país se sumaría el departamento “haciendo lo que haya que hacer, poniendo lo que haya que poner, para que sea atractivo invertir en Paysandú”. En el mencionado mensaje, cuyo tramo enfocado al trabajo se puede escuchar abajo, anunció que “se terminaron las eternas discusiones entre intelectuales, la contratación de costosas auditorías, los procesos participativos que no terminan nunca o terminan en nada. Llegó el momento de cumplir con un mandato que una democracia representativa nos encomienda. La gente nos puso para que tomemos decisiones y eso vamos a hacer”.
A la luz del paisaje cotidiano del departamento, siempre y cuando se mire la realidad sin indiferencia, con cierta empatía y sin fanatismo político, cada sanducero tendrá elementos para responder a la pregunta formulada en título, ¿el empleo es una prioridad para el gobierno departamental?; distinguirá si las promesas han sido honradas y si los hechos son coherentes con las palabras.