“No puede ser que el chiquilín haya desaparecido de la noche a la mañana”, afirma con desconsuelo Andrea Sisnández, madre de Gonzalo Enrique Barboza Sisnádez, quien fue visto con vida por última vez el lunes 28 de noviembre de 2022, en la ciudad de Salto, en el extremo norte de la Avenida Trillo.
Sisnández no oculta su disconformidad ante lo que considera como falta de respuestas del Estado. Puso como ejemplo que al cabo de dos años no se haya logrado concretar un rastrillaje exhaustivo de la zona de la desaparición.
La señora advierte de la llamativa conducta de un vecino, dueño de un establecimiento sito en la zona desde donde se perdió el muchacho, que le recomendó que se resignara a la pérdida “porque Dios lo precisaba” y que regaló a terceros algunas pertenencias del joven.
Si bien en la casa del hombre “la Policía no encontró nada de Gonzalo”, la señora estima que esa persona podría tener más información sobre el destino de su hijo. De hecho, “una vez hizo un mapa contando dónde podría estar Gonzalo, la misma vez que dijo que en su casa, después de cierta hora, cuando aparece gente que no conocen, directamente disparan o echan los perros”.
Gonzalo, de 22 años, se retiró del centro de atención de personas con padecimientos mentales “Alas Multicolores”, en el sur de la ciudad de Paysandú, a las 7:45 del lunes 28 de noviembre de 2022: la dirección del establecimiento denunció la ausencia ante la Policía recién dos días después. El joven quería visitar a su mamá que vive en Pueblo Palomas, en Salto, unos 60 kilómetros al norte de la ciudad capital de ese departamento y a poco menos de 200 kilómetros de la capital sanducera. Quedó reconstruido todo el peregrinaje que desarrolló por la ruta así como su llegada a Salto y la marcha por esa ciudad hasta la intersección de las avenidas Trillo y Rodó, donde una cámara de vigilancia de una vivienda particular lo registró por última vez sobre las 20:15 de ese mismo día.
Escuchar declaraciones de Andrea Sisnández:
https://archive.org/details/andrea-sisnandez
